Foto de Nathan Dumlao. |
La familia no nos entiende, pero se queda ahí, a veces molestos porque no comprenden que los domingos nos congreguemos o vayamos a la iglesia.
A mí también me pasó. Pero te voy a contar algo que te servirá, algo que a mí nadie, en una congregación de doscientas personas aproximadamente, me dijo nunca. Este consejo lo escuché de un predicador que no era de mi congregación, era un invitado a compartir la palabra. Yo estaba muy triste, me sentía sola y tenía 11 años, hace unos meses había sido bautizada por el Espíritu Santo y creía que mi vida sería en soledad. Este predicador, sin saber lo que yo pensaba, de hecho jamás hablé con él, pero Dios sí sabía lo que sentía, desde el púlpito dijo:
—Si te sientes sola, pídele amigos a Dios, Él te los dará y te acompañarán para servirle al Señor.
Hice lo que el predicador indicó. Al poco tiempo me transfirieron al grupo de "Intermedios" de la iglesia donde me congregaba, un grupo llamado de esa forma por el paso de niño a joven.