jueves, 24 de septiembre de 2020

¿Por qué recordamos a un oso en septiembre?

Foto de Tom Radetzki
La primera vez que escuché en la iglesia el término “La Biblia del Oso”, imaginé a un oso sosteniendo una Biblia, claro que era una niña. Después me enteré que era una Biblia que en la portada tenía una ilustración con un oso comiendo miel, pero no me contaron nada más.

Después de un tiempo supe que esta Biblia con la portada del oso comiendo miel de un panal, es recordada por las iglesias protestantes porque el 26 de septiembre de 1569 se concluyó la impresión en español, de ahí el nombre la “Biblia del Oso”.

La Biblia del Oso fue la primera traducción completa en español, la que se realizó desde los idiomas de los manuscritos originales que se encuentran escritos en hebreo, griego y arameo.

Esta traducción la realizó Casiodoro de Reina, y en esa oportunidad se imprimieron 260 ejemplares en Basilea, Suiza. Esta traducción, después fue revisada por Cipriano de Valera en 1602. De ahí se origina otro nombre “Reina-Valera”, tan reconocida y amada por nosotros los cristianos protestantes en la actualidad.

Es por lo anterior que las iglesias realizan una celebración cada septiembre, en lugares con público (antes del covid-19) o con exhibiciones de diferentes traducciones de la Biblia.


jueves, 17 de septiembre de 2020

No Es Cuando Quiero

Foto de Anastasiya Pavlova.
Desde niña creí que me casaría a los 27 años ¿por qué pensaba de esa forma? Porque a la primera boda que asistí fue a la de una prima, ella tenía 27 años.

Recuerdo que en esa época siempre me gustaba alguien, incluso muchachos que no conocía, me gustaban solo porque me parecían lindos. Este hábito me siguió hasta la universidad. Nunca tuve novio (o pololo como decimos en Chile). Me titulé de la universidad, siguieron pasando los años, seguía sola. Pero a medida que pasaban los años y alguien me preguntaba si tenía novio y respondía:

No, no tengo.

—¿Pero cómo? ¿Por qué estás sola?

Ese tipo de situaciones me hacían sentir pésimo. Cuando tenía 29 años, después del fallecimiento de mi madre, tuve una relación de tres meses. A él nunca lo quise, éramos agua y aceite, no teníamos nada en común. Solo inicié esa relación para no estar sola, extrañaba mucho a mi mamá, no quería enfrentar su pérdida. Ha sido una de las cosas más egoístas que he hecho.

Pasé a mi tercera década de vida. Mis treinta comenzaron como pesadilla, porque agregado a la conversación que cité unos párrafos más arriba se sumó la frase:

jueves, 10 de septiembre de 2020

Manos Tatuadas

Foto de Kristaps Ungurs.

El otro día comencé a pedirle a Dios por este post. Generalmente en las mañanas viene la respuesta de diferentes formas, esta vez había en mi mente una alabanza que escuchaba cuando tenía 20 o más años del grupo 3x1, que dice así: “Tu nombre está escrito en la palma de la mano del Señor…” (te dejo el link para que la escuches en las recomendaciones de esta semana). Luego busqué versículos que hablaran sobre esto, y me encontré con el libro de Isaías:

  
Grabada te llevo en las palmas de mis manos; tus muros siempre los tengo presentes.
Isaías 49:16 | Nueva Versión Internacional
  

“Grabada” pensé ¿Qué te grabas en la piel? Tatuajes, fue lo que vino a mi mente y al mismo tiempo recordé que nunca me escribo cosas en las manos para no olvidarlas. Una vez lo hice cuando niña por recomendación de una compañera de curso en la escuela. No podía dejar de ver mi mano. Sentí que esas líneas habían pasado a ser parte de mí. A cada momento miraba mi mano y lo escrito en ella con un lápiz de color azul. Metía mis manos en los bolsillos para no tener que mirarlas, pero pensaba en lo que había escrito, ahí siempre presente. Creo que por eso nunca me he hecho un tatuaje, porque no se borran. Incluso si te sometes a sesiones con láser para borrar algún tatuaje no es garantía de que este se borre por completo.

jueves, 3 de septiembre de 2020

Obedecer por Amor

Foto de Kyle Lin.
Me gustaba sentirme útil en casa cuando era niña, pero no me gustaba que me mandaran ¡qué gran conflicto! Quería hacer lo que yo consideraba importante. Mi madre siempre me mandaba a arreglar la mesa para comer, a levantar y lavar los platos y a comprar a un almacén cercano. No eran cosas de importancia desde mi punto de vista. Cuando mi mamá cocinaba siempre me decía que me encargara del ajo. Cuando lograba tenerlo listo ella, en una de sus habilidades, ya tenía la olla con el almuerzo preparado para recibir ese condimento.

Fue pasando el tiempo, me convertí en adolescente y comencé a desobedecer a mi mamá. Tenía conflictos de personalidad, pero eso no era excusa para no ser parte de la familia y colaborar. Como decimos o dirán muchos adultos “ahora con los años, ahora que soy padre, ahora que estoy viejo, etc. Entiendo por qué mi mamá o papá fueron así conmigo”. Mientras nos forman, mientras nos enseñan, no vemos el proceso. Mucho menos en la adolescencia y la juventud. En reiteradas ocasiones no vi todos los esfuerzos, las preocupaciones, etc., que tuvieron mis padres en mi formación. Ahora con los años lo comprendo, creo que cuando nazca mi pequeña hija experimentaré cosas similares.

  
Hijo mío, obedece el mandamiento de tu padre y no abandones la enseñanza de tu madre.
Proverbios 6:20 | NVI