Foto de Ian Kim. |
Cuando fracasamos, suceden una serie de situaciones asociadas. Nos sentimos decepcionados, incompetentes, empezamos a dudar de nuestras capacidades, desconfiamos de nuestro futuro, nuestra autoestima se ve afectada, tenemos pensamientos catastróficos, y así una innumerable cantidad de sentimientos asociados. Cuando fracasamos no nos sentimos igual que siempre, algo en nuestra vida cambia.
La misma sociedad productiva en la cual estamos insertos nos lleva a mirar los fracasos como una experiencia negativa, ya que, cuando fallamos creemos que no avanzamos, sino que nos detenemos o retrocedemos. Sólo vemos los fracasos como una tarea o misión que no pudimos cumplir. No logramos ver más allá.
Romanos 8:28| Reina Valera 1960
Muchas veces nuestros fracasos surgen producto de nuestras propias malas decisiones. Mas, otras veces son el resultado de la obra de Dios. Usted se preguntará ¿Cómo es posible que la mano de Dios esté aquí? La mano de Dios siempre obrará a nuestro favor, lo cual no quiere decir que Dios hará lo que queramos.