martes, 6 de abril de 2021

La marca del trauma

La pena por DanielaFcortez
La semana pasada me tocó visitar a un adulto mayor, quien tenía Parkinson. El objetivo de mi visita era evaluar el estado en el cual se encontraba. Partí conversando con él y su esposa. Me llamó mucho la atención que él no me mirara cuando yo hablaba, miraba el suelo. También me percaté que no terminaba sus respuestas, pues en el trayecto se le olvidaba la idea. Lo más probable es que tuviera una demencia. En una sola ocasión me miró a los ojos; cuando me contó que era exonerado político. Sus ojos se le llenaron de lágrimas, y sólo fue capaz de decirme que había sido torturado en la dictadura militar. 

Cuando salí de su casa, me fui llorando, sentía mucho dolor en ese momento. Ahí comprendí que las demencias podían afectar mucho la memoria, pero el recuerdo del trauma parece quedar indemne. 

Cuando hablo de trauma me refiero a la exposición que tiene una persona a una escena donde puede haber muerte, real o inminente, agresión sexual o lesión física grave. Williams y Poijula, describieron de forma precisa lo que es el trauma: "Probablemente creas que el mundo es un lugar amable, que la vida tiene un sentido y que todo tiene un significado. Crees estar seguro/a y merecer cosas positivas, pero cuando te ves golpeado/a por el trauma y pierdes el control de las cosas que te rodean, te sientes vulnerable y el mundo deja de ser un lugar seguro. Tampoco puedes seguir dando sentido a lo que acaba de ocurrir. Lo que, hasta hace poco daba sentido a tu vida, se ha desvanecido y la vida ha dejado de ser justa y buena". 

Con tus plumas te cubrirá y debajo de sus alas estarás seguro; escudo y adarga es su verdad. No temerás al terror nocturno, ni saeta que vuele de día, ni pestilencia que ande en oscuridad, ni mortandad que en medio del día destruya
Salmos 91:4-6 | Reina Valera 1960 (RVR1960)

Si hay algo que define al trauma es la palabra vulnerabilidad. La persona que ha sido víctima de un evento traumático siente que ha perdido el control de las cosas, y eso genera una sensación de inseguridad. Como todas las emociones y sentimientos, eso está asociado a una conducta. La víctima opta por no salir de casa, se aísla de sus vínculos, deja de visitar ciertos espacios que le recuerden lo vivido, sufre de insomnio, empieza a tener conductas problemáticas que antes no se presentaban, como consumo de alcohol u otras sustancias. Se presenta un dolor tan grande que muchas veces se toman medidas desesperadas para huir de este sentimiento, como es el caso de los intentos suicidas. Pareciera que el trauma se va apoderando de la persona, carcomiendo cada área de su vida.  

Mas, frente a ello, aparece Dios, quien ofrece un refugio seguro en medio de tanta tristeza, miedo, rabia, impotencia y dolor. Él brinda toda la seguridad que ha sido robada, trayendo esperanza en medio de tanta tiniebla. Esto no sucede de un momento a otro, no es mágico. Así como un médico tarda tiempo en curar las heridas profundas, Dios se toma su tiempo para trabajar con aquellos dolores que han sido producidos por eventos traumáticos. Se tarda, pero no olvida. 

En paz me acostaré, y asimismo dormiré; porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado 
Salmos 4:8 | Reina Valera 1960

Cuando alguien ha sido víctima de un acontecimiento traumático, se hace muy difícil dormir por las noches. Incluso estar despierto es complejo. Los recuerdos interrumpen la vida cotidiana, incluso las instancias donde se está sonriendo. Viene el recuerdo y rompe con la sensación de bienestar. Llega la noche, la persona cree que va a descansar y surgen las pesadillas. Pareciera que uno no pudiese escapar al evento. Es ahí cuando aparece Dios, quien me transmite que cuando clamo a Él, Él trae descanso, paz y seguridad. 

Los sacó de las tinieblas y de la sombra de muerte, y rompió sus prisiones
Salmos 107:14 | Reina Valera 1960

El trauma genera una marca, un antes y un después, donde el tiempo se mide en base a quien se era antes y después del evento traumático. Esto sucede en el caso del abuso sexual, accidentes de tránsito, desastres naturales, y así cuántos sucesos más. El trauma pareciera marcar un destino, pero Dios siempre tiene la última palabra. Todo el dolor provocado por el trauma, que se ha sentido como una prisión, en algún momento se va. Dios trae la libertad, y junto con ello, escribe otra historia. 

Estando una vez en clases, una profesora dijo una frase que me marcó mucho. Ella dijo que cuando alguien era capaz de superar un trauma, era una sobreviviente. Dios toma el dolor provocada por el trauma, lo cura, te convierte en un sobreviviente y forja tu propia historia. 

Quizás van a haber instancias en que se requerirá ayuda profesional, como psiquiatra o psicólogo. Habrán períodos donde se necesitará un medicamento para dormir o para funcionar en el día. Todo eso no hace menor el poder de Dios, porque en medio de todas esas herramientas y estrategias, Dios se mantiene como poderoso gigante batallando nuestras propias batallas, en todo momento y lugar. 

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