El año pasado, buscando un panorama para pasar en familia me encontré con un
evento gratuito en el Jardín Japonés del Parque Metropolitano: el Hanami 2019.
Recuerdo que ese día llegamos temprano con mi familia y subimos solo un
poco el cerro San Cristóbal, donde está el parque, para llegar al Jardín Japonés.
Al ingresar me impresionó el respeto por el entorno que mostraban los japoneses,
nada que ver al episodio bochornoso ocurrido el año anterior, del cual me
enteré en ese mismo evento, ya que el Embajador de Japón dio el discurso de
bienvenida, haciendo hincapié en que cuidáramos el entorno, que respetáramos la
cultura de su país.
El Festival comenzó con demostraciones de artes marciales
presentadas por japoneses y nikkei. Luego un coro de japonesas con bellas voces
y finalmente un grupo de bailarines de danzas antiguas invitaron a participar
en su baile. Todo hermoso, presentado con excelencia y un enorme respeto de su
cultura.
Ese día el Embajador de Japón, japoneses y nikkei, dieron sus respetos a su cultura. Cada japonés y nikkei fue un verdadero embajador de marca, me enseñaron mucho.
Me ha tocado participar en diferentes celebraciones
familiares o de amigos (obvio que antes de tiempos de covid-19), babyshowers,
cumpleaños, matrimonios, etc. He notado que los cristianos se aíslan formando
grupos, no participan con los no cristianos. Incluso me ha tocado compartir con
cristianos que se separan por denominación o por la cultura y costumbres de sus iglesias. Al
tener esta actitud no se cumple nuestra labor de enseñar y comunicar "nuestra
cultura" como ciudadanos del cielo, lo que Dios ha hecho por nosotros y nuestra
forma de vida.