jueves, 14 de octubre de 2021

Dios, el restaurador

Foto de Brina Blum.
Hoy me encontraba escuchando música en mi teléfono celular mientras me dirigía a mi trabajo. De repente, suena una alabanza muy antigua llamada El leproso. Esa canción la he escuchado muchas veces, pero por primera vez me detuve a reflexionar en la letra. 

Muchos de nosotros hemos escuchado la historia del hombre leproso que recibió la sanidad gracias a la obra de Jesucristo. Pero, ¿le hemos dado la importancia que tiene? ¿Hemos comprendido a cabalidad la tremenda obra que realizó Jesús en su vida?

Sucedió que estando él en una de las ciudades, se presentó un hombre lleno de lepra, el cual, viendo a Jesús, se postró con el rostro en tierra y le rogó, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme. Entonces, extendiendo él la mano, le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante la lepra se fue de él
Lucas 5:12-13 | Reina Valera 1960

Lo primero que Jesús hizo por esta persona fue permitirle hallar sanidad. Y eso no es menor. Esta persona no tenía un resfriado común, o un leve dolor muscular; tenía lepra. Esta enfermedad implica lesiones en la piel, como ampollas y erupciones. ¿Se ha imaginado lo difícil que debe ser vivir con esta enfermedad donde algo tan trascendental como la piel ya no funciona igual? ¿Se ha imaginado lo complejo que debe ser que los demás te miren distinto sólo por el hecho de tener una patología cutánea? Dios a través de su hijo Jesús pudo brindar sanidad física y mental a este hombre que tanto lo necesitaba. 

¿Ha meditado en el impacto emocional que pudo haber tenido esta enfermedad en la vida de esta persona? Hay ocasiones en las que nos sentimos disconformes con nuestra apariencia por la aparición de granos o lunares, o por subir de peso. imagínese cómo se debe sentir alguien cuando su apariencia cambia de forma tan abrupta y significativa, mientras, al mismo tiempo, no hay cura, como pasaba en este tiempo con la lepra. El nivel de angustia y desesperación que debió haber sentido esta persona tuvo que haber sido muy alto. Mas Dios cuando aparece en su vida, le permite hallar descanso a su dolor, llevándose la enfermedad y todo lo que esto implicaba. 

Y el leproso en quien hubiere llaga llevará vestidos rasgados y su cabeza descubierta, y embozado pregonará: !!Inmundo! !!Inmundo! Todo el tiempo que la llaga estuviere en él, será inmundo; estará impuro, y habitará solo; fuera del campamento será su morada
Levítico 13:45-46 | Reina Valera 1960 

Las personas que estaban enfermas de lepra, debían vivir fuera de las ciudades, lejos del pueblo, de sus familias, de sus amigos, pues había que procurar que no contagiaran a otras personas. Imagínese lo solo que estaba este hombre mientras atravesaba su enfermedad. Lo más complejo de esto es que la persona no podía volver al campamento hasta que su piel estuviera restaurada, aunque eso implicara toda su vida. Jesús hizo más que sanar a este hombre, le dio dignidad. Dios restauró su salud, como su posición social. 

¿Recuerda el pasaje bíblico donde Job tiene lepra y sus amigos empiezan a preguntarse si pecó él o sus antecesores? Muchas veces se creía que aquellos que tenían lepra habían pecado y Dios los había castigado con esta enfermedad. Dios lo que hizo con su obra sanadora, fue restaurar y dignificar la vida de este hombre. Ya no era más el hombre excluido, el rechazado, sino ahora era uno más del pueblo. 

¿No fue eso mismo lo que Dios hizo cuando salió a nuestro encuentro? Él nos dignificó. Él nos sacó de aquel basurero profundo donde nos encontrábamos, nos limpió, restauró, dignificó y nos dio una posición importante, pues pasamos de ser cualquier persona a ser sus hijos. ¿Dónde estábamos cuando Dios salió a nuestro encuentro? ¿Quiénes éramos? Yo tengo muy claro de donde me sacó Dios. Era un lugar tenebroso y abundante en pecado. Mas Dios tomó mi pecado, lo limpió y ahora soy una hija digna de Él. 

Pero ido él, comenzó a publicarlo mucho y a divulgar el hecho, de manera que ya Jesús no podía entrar abiertamente en la ciudad, sino que se quedaba fuera en los lugares desiertos; y venían a él de todas partes
Marcos 1:45 | Reina Valera 1960

Jesús le pidió al leproso que no contara lo que Él había hecho, sin embargo, él fue y difundió lo que Jesús había hecho con él. ¿Qué hemos hecho nosotros con la obra que Dios ha hecho en nuestras vidas? El leproso no podía resistir el gozo que sentía por lo que Jesús había hecho en él. Era tanto lo que significaba este acto de sanidad que no podía callar. ¿Hemos hecho lo mismo? Dios ha hecho una tremenda obra de cambio en nuestras vidas, ¿qué hemos hecho con eso? ¿hemos callado? ¿alguien más lo sabe? ¿hemos sentido el gozo del hombre leproso por la salvación que Dios nos ha brindado? Pues de eso se trata su obra principal, de la redención. Quizás debamos reflexionar en esta historia, en lo que Dios ha hecho por nosotros y en cómo hemos respondido a eso. 






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