Foto de Hamid Khaleghi |
Despiertas, sin una pizca de sueño. Intentas cobijarte para
seguir durmiendo, pero el silencio no te deja. Abres los ojos y tratas de
escuchar si puedes percibir el ladrido de un perro, pero nada.
Vuelves a dar vueltas en la cama. Después de un rato recién te
acuerdas de Dios.
—¿Qué pasa? Algo debe pasar, el silencio no me deja dormir.
Porque no es paz, es silencio, silencio inquietante, del que
te pone los vellos de punta porque se te eriza la piel.
Eso me pasó casi toda la semana. Silencio inquietante. Sin
poder dormir por casi tres horas y durante el día dormitar por no haber
descansado nada.
Le pregunté al Espíritu Santo por qué orar, traté de
hacerlo, no pude. Así que hice una lista mental y empecé a pedir por las personas
que se me venían a la cabeza. El silencio no me dejó concentrarme.
En este tiempo de incertidumbre, de caos, de escases ¿tienes
un silencio inquietante?
El otro día texteaba con una amiga, me decía que este tiempo
le ha servido para buscar a Dios.
Soy una convencida de que este tiempo para todos los cristianos nos ha servido para algo. Para encontrar nuestras falencias en nuestra relación con Dios. Tiempo para hacer un FODA de nuestra vida espiritual.
Soy una persona muy sensible al ambiente espiritual. Ese
silencio inquietante para mí fue una presencia mala. No sé ponerle nombre, sin
embargo, sé que no es buena. El hecho de no poder orar, me inquietó aún más. No
era parte de los silencios de Dios, esos silencios son cálidos, la ansiedad a
veces gana, pero Dios está ahí, en silencio, pero ahí.
El silencio inquietante avisa sobre cosas malas, según yo.
Me ha pasado varias veces. No necesariamente cosas malas directamente en la
vida personal o familiar, sino en el ambiente.
Debemos seguir orando, no cansarnos de eso. Nuestro mundo lo
necesita. La gente no cree en Dios, en el amor, en el matrimonio. Hay
comerciales que muestran a los hijos como una real molestia.
No se inquieten por nada; más bien, en toda
ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias.
Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus
pensamientos en Cristo Jesús.
Filipenses 4:6-7 | NVI
Ser cristiano hoy es vivir a contracultura. Expresar nuestra fe es ofensa para los demás.
No cedamos, no dejemos que el silencio inquietante nos
frene. No confundamos ese silencio con paz.
No dejemos de orar, de perseverar en la lectura de palabra,
en la búsqueda de nuestro Dios.
Querido lector, esta semana te recomiendo
Lectura bíblica
Instrucciones finales, 1 Tesalonicenses 5:12-28
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Propósito - Thalles Roberto
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