jueves, 4 de junio de 2020

Estuve, estoy y estaré para ti

Tengo tres hijos hermosos, de veinte, quince y trece años, dos varones y una nena en ese orden respectivamente.
Dios es testigo del amor que siento por ellos. Solo de pensar que algo les pase, se me corta la respiración.
Mi hijo mayor se dice ateo, ya se imaginarán lo que significa para una madre cristiana tal confesión.
Mis hijos menores aceptaron a Cristo hace alrededor de un año, quedaron a punto de bautizarse.
Muchas cosas pasaron en los últimos meses, donde se ha hecho palpable la protección del Padre celestial sin embargo ellos se han distanciado de las cosas del Señor. Debo confesar que muchas veces hice uso de mi autoridad como mamá para obligarlos asistir a la iglesia, a orar conmigo o a estar presentes en una reunión de alabanzas.
Un día leí que “no nos ganamos a las personas desde la imposición sino desde el amor”, entonces empecé a cuestionarme y a sentirme responsable del distanciamiento de mis hijos para con Dios. Le pedí perdón a Dios si acaso era mi culpa y le pedí sabiduría y guía al Espíritu Santo para ser lámpara en sus vidas.
Había optado por no hablarles de la palabra, pero abunda en mi corazón y es lo que sale de mi boca, al punto que ellos se quejan de eso, me dicen: “¿no puedes hablar algo que no digas la biblia dice?”.
Vino a mi mente el versículo de Proverbios 22:6 Instruye al niño en su camino, Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él.”. Por lo que decidí volver a reunirme con ellos cada día para compartir un versículo y meditar en él, además aprovecho cada evento de la vida cotidiana para enlazarlo con la escritura, porque la palabra no regresa vacía.
Hace un par de días mi hija se me acercó para contarme algunas cosas y la escuchaba atentamente. Disfruto oírla, al terminar su relato, le comenté mi punto de vista al respecto. No desaproveché el momento para hablarle de Dios y animarla a que, cultive una vida de oración, diciéndole: “Habla a diario con Dios así como hablas conmigo”. Se me quebró la voz porque la verdad es que ella casi no conversa conmigo. Vio mi reacción y de inmediato cambié mi sugerencia diciéndole: “Corrijo, habla con Dios del mismo modo que me gustaría que conmigo. Yo siempre estuve, estoy y estaré para ti, al igual que Dios.

Vi como en ese momento sus ojitos se enrojecieron con lágrimas que no dejó salir y salió de la habitación.
Como madre deseo profundamente que mis hijos me cuenten sus cosas, me tengan confianza, se acerquen. Me entristece que no lo hagan, pero mi amor por ellos permanece inmutable.
A ti que me lees quiero decirte, acércate a Dios, Él te espera con los brazos abiertos. Está deseoso de escucharte, que le cuentes tus problemas, tus alegrías, tus sueños, tus miedos, tus metas, todo ¡ÉL ESTA PARA TI!

"He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo"
Apocalipsis 3:20 | Reina-Valera 1960

“Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro”
Hebreos 4:16 | Reina-Valera 1960

“El Señor mismo marchará al frente de ti y estará contigo; nunca te dejará ni te abandonará. No temas ni te desanimes».”
Deuteronomio 31:8 | Nueva Versión Internacional


Este Guest Posts lo escribió para compartir con nosotros


María Daniela León, es una mujer venezolana, madre de tres hermosos hijos, que reside en Chile.
Periodista, productora, hija de Dios, “soñadora hasta los tuétanos” como se autodefine.
En su ministerio @crezcamosjuntosenfe nos entrega versículos, devocionales, reflexiones, prédicas entre otros temas, que nos acercan a Dios y a crecer juntos en fe.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Querido Lector, por favor deja tu comentario. Será un honor leerte y saber de ti.
Dios te bendiga.