Foto de Filbert Mangundap. |
FINALES DEL VERANO, SANTIAGO 1996
Tengo 16 años, estoy en enseñanza media (secundaria en otros países). En la escuela a veces hablo con una muchacha un año mayor, la llamaré Fernanda, porque no es ese su nombre real.
No entiendo mucho a Fernanda, para ella es importante ser cool. Cuenta con orgullo cada concierto al que va y los relataba completamente para que nadie dude de que ha estado allí. Le gusta que le digan Feña, porque es como su marca registrada, a sus cosas le escribe Feña y no Fernanda.
Llevo un vestido negro con lunares blancos que me encanta. Voy caminando junto a mi mamá, a la Escuela Dominical.
Llegando a una esquina diviso a la Feña con su grupo de amigas. Recuerdo que la líder del grupo vive a unas calles de la casa de mis padres. Cuando nos cruzamos saludo a mi prospecto de amiga y ella sigue caminando. Supongo que no me ha visto, así que insisto en saludarla. Ella llena de vergüenza me responde el saludo.
Entendí su vergüenza unos segundos después: ella saludando a dos mujeres que llevan la Biblia en sus manos y se dirigen a la iglesia. Nosotras representábamos algo totalmente fuera de su estilo. No somos nada cool para ella, al contrario, es ofensivo para su grupo. Veo las miradas de sus amigas, nos consideraban ridículas. Algo habitual, lo veo siempre, las burlas a los canutos, las cristianas somos del grupo de las “tontas”.
Me siento muy mal, rechazada. Mi mamá se da cuenta de todo y se siente mal por mí. Me dice:
— No saludes a esa niñita, si fuera tu amiga no le daría vergüenza saludarte.
VEINTICUATRO AÑOS DESPUÉS
Daniel Habif escribió:
Yo también he sentido vergüenza. Diferente a la de la “Feña”, pero las consecuencias son las mismas.
La vergüenza te anula, te detiene y priva de realizar muchas cosas. Según Google, una de sus definiciones es:
“Sentimiento de incomodidad producido por el temor a hacer el ridículo ante alguien, o a que alguien lo haga.”
La vergüenza también tiene que ver con el miedo, miedo a ser como realmente somos, por temor a lo que digan los demás. Tiene relación directa con nuestra identidad. De no saber quiénes somos en realidad.
Existen muchas verdades de quienes somos en Cristo: sinceramente aún no me las aprendo todas, pero me digo siempre las que tiene publicada en las historias destacadas de Instagram Dania Sabrina en Entre Amigas Podcast (te dejo el link al podcast de Entre Amigas en las recomendaciones de la semana al final de este post), que dice:
Dios Dice que soy: Amada, escogida, valiosa, perdonada.
¿Quieres el detalle bíblico?
En la página Verdades Bíblicas encuentras un listado maravilloso, en donde se explica versículo a versículo “Soy aceptado” (10 citas bíblicas), “Estoy seguro” (9 citas bíblicas).
Nombré varios elementos que tienen que ver con la identidad.
Entonces mantengo la emisora con la predicación y le doy más volumen a la radio para callar a la vergüenza y recordar quien soy gracias a Cristo.
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