jueves, 14 de mayo de 2020

Estereotipo

Foto de Marten Bjork
Recuerdo que cuando ingresé a la escuela conocí el bulling. Siempre era víctima de insultos, bromas y rechazo. No era buena en los deportes, así que siempre vivía la típica escena de película estadounidense en la que eligen al protagonista al último porque nadie lo quiere en su equipo.

Crecí queriendo ser parte del grupo. Ser querida por los demás.

Jamás una nerd con el cabello en los ojos sería aceptada entre las populares. Menos una canuta declarada, a la que trataban de monja porque no tenía novio a los 12 años.

En esa época me sentaba sola y al fondo del salón de clases, en un banco para dos personas. En los recreos (breaks) hablaba con mis amigos de otros cursos, casi nunca con los de mi salón.

En la iglesia me sentía como en una dimensión paralela, tenía amigos y compartía con ellos, sin embargo, la sensación de rechazo me perseguía. La reflejaba en mis inseguridades sobre mi apariencia, creyendo que no era lo suficientemente bonita como para gustarle al chico que me gustaba, ni para ser la mejor amiga de alguna chica, siempre otra lo era.

Siempre algo me apartaba, me sentía diferente.

Me enfurecía que alguien dijera que era amorosa, tierna. Quería ser una mujer segura de sí misma, como en las películas: Una mujer exitosa, con un gran trabajo, vestida a la moda, deportista. Siempre bebiendo mucho café. Llena de reuniones y con un flamante novio que también es exitoso.

Me encanta aprender, siempre estudio, para mí es placentero. Me encerré en eso: estudiar. 

Me titulé. Después de un año comencé a trabajar en planificación cartográfica (creo que nunca lo he escrito, profesionalmente tengo título de cartógrafo). Ya tenía el trabajo, cambié mi apariencia. Comencé a ir al gimnasio, me compré varios trajes, vestidos y tacones altos, bebía mucho café, iba a reuniones, pero aún sentía que no calzaba. “Me falta el novio exitoso", pensé, pero con todos mis cambios, al volverme más atractiva físicamente, no había nadie para mí. Solo se me acercaban “idiotas” atraídos por lo físico. Al conocerme, se enteraban de mis valores, de que no los acompañaría a un “carrete” (fiesta, rumba), que no tomaría cerveza, ni andaría durante la noche en la calle. Se alejaban porque yo era para ellos una señorita de casa. Eso me frustraba porque no entendía que Dios me protegía, porque en ese tiempo no les llamaba “idiotas”, sino que para mí eran chicos lindos que tal vez pudiera gustarles y llegar a amarme.

Siempre algo me apartaba, me sentía diferente.

Finalmente, la depresión se apoderó de mí. No podía adaptarme al molde que el ambiente laboral tenía.

Me harté de etiquetarme a mi misma. Para la iglesia también lo hacía, ahí había predicadores, cantantes, músicos, ayudantes. Tampoco caía en eso, porque no era igual a los demás.

También de allí saldrás con las manos en la cabeza; porque el SEÑOR ha desechado a aquellos en quienes confías, y no prosperarás con ellos.
Jeremías 2:37 | La Biblia de las Américas

Con rabia hacia mi propia existencia, le dije a Dios.

—¡Me aburrí Dios! Quiero ser como me hiciste tú, estoy cansada. Si los demás no me quieren, no me interesa.

Después de eso, conocí a mi esposo. Comencé a tener más amigos, de los buenos.

¿Por qué? Porque dejé de estar tratando de agradar a los demás. Acepté la creación de Dios, acepté que soy su hija, que no tengo que estar buscando a quien agradar, porque Dios puso gente en mi camino. Acepté que mi trabajo tengo que hacerlo como para el Señor, con amor y dedicación, sin esperar reconocimiento.

Ya no uso traje ni tacones altos. Me siento libre, porque Dios me hizo libre, me pasó lo que dice Redimi2 en su tema Jesús, el Señor volvió a escupir para quitar mi ceguera. Comencé a ver con sus ojos.

No se interesen tanto por la belleza externa: los peinados extravagantes, las joyas costosas o la ropa elegante. En cambio, vístanse con la belleza interior, la que no se desvanece, la belleza de un espíritu tierno y sereno, que es tan precioso a los ojos de Dios.
1 Pedro 3-4 | Nueva Traducción Viviente

¿Te sientes solo? Pídele a Dios que te rodee de buenas amistades, que te hagan ver lo valioso que eres. El Señor Jesús pondrá a tu alrededor a un hijo suyo, que tendrá amor fraterno por ti, y será capaz de decirte cosas dolorosas y que no quieres escuchar, al verte errado. El amor de Dios, sanará la herida. Porque para sanar de una infección, hay que limpiar la herida, duele, pero sana.

Recuerda que los amigos vienen en diferentes formatos. Puede que Dios te envíe a un anciano, que te aconseje y te guíe. Un ama de casa, que te enseñe a orar, como en la película Cuarto de Guerra. Puede ser de cualquier forma. Porque estamos tan rodeados de estereotipos que, hasta inconscientemente, pensamos en ser amigos de ese hombre que es muy popular, que se viste cool y a la moda, al que siempre lo rodean las mujeres. También en la chica bonita, que obtiene corazones en Instagram por su escote. Eso no es popularidad, eso es venderse por la imagen, eso es aparentar que tienes una vida exitosa. Eso es no aceptarte como Dios te creó.

Pero el SEÑOR dijo a Samuel: No mires a su apariencia, ni a lo alto de su estatura, porque lo he desechado; pues Dios ve no como el hombre ve, pues el hombre mira la apariencia exterior, pero el SEÑOR mira el corazón.
1 Samuel 16:7 | Biblia de las Américas



QUERIDO LECTOR, ESTA SEMANA TE RECOMIENDO

Lectura Extra



2 comentarios:

  1. Considerad los lirios, cómo crecen; no trabajan, ni hilan; mas os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió como uno de ellos.

    :)

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    1. Gracias por tu comentario.
      La palabra de Dios siempre abunda para bien.
      Dios te bendiga

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Dios te bendiga.