Foto de Marten Bjork |
Crecí queriendo
ser parte del grupo. Ser querida por los demás.
Jamás una nerd con el cabello en los ojos sería aceptada entre las populares. Menos una canuta declarada, a la que trataban de monja porque no tenía novio a los 12 años.
En esa época me sentaba sola y al fondo del salón de clases, en un banco para dos personas. En los recreos (breaks) hablaba con mis amigos de otros cursos, casi nunca con los de mi salón.
Jamás una nerd con el cabello en los ojos sería aceptada entre las populares. Menos una canuta declarada, a la que trataban de monja porque no tenía novio a los 12 años.
En esa época me sentaba sola y al fondo del salón de clases, en un banco para dos personas. En los recreos (breaks) hablaba con mis amigos de otros cursos, casi nunca con los de mi salón.
En la iglesia me
sentía como en una dimensión paralela, tenía amigos y compartía con ellos, sin embargo,
la sensación de rechazo me perseguía. La reflejaba en mis inseguridades sobre
mi apariencia, creyendo que no era lo suficientemente bonita como para gustarle
al chico que me gustaba, ni para ser la mejor amiga de alguna chica, siempre otra lo era.
Siempre algo me
apartaba, me sentía diferente.
Me enfurecía que
alguien dijera que era amorosa, tierna. Quería ser una mujer segura de sí
misma, como en las películas: Una mujer exitosa, con un
gran trabajo, vestida a la moda, deportista. Siempre bebiendo mucho café. Llena de reuniones y con un flamante novio que también es exitoso.
Me encanta
aprender, siempre estudio, para mí es placentero. Me encerré en eso: estudiar.
Me titulé. Después de un año comencé a trabajar en planificación
cartográfica (creo que nunca lo he escrito, profesionalmente tengo título de
cartógrafo). Ya tenía el trabajo, cambié mi apariencia. Comencé a ir al
gimnasio, me compré varios trajes, vestidos y tacones altos, bebía mucho café,
iba a reuniones, pero aún sentía que no calzaba. “Me falta el novio exitoso", pensé, pero con todos mis cambios, al volverme más atractiva físicamente, no
había nadie para mí. Solo se me acercaban “idiotas” atraídos por lo físico. Al
conocerme, se enteraban de mis valores, de que no los acompañaría a un “carrete”
(fiesta, rumba), que no tomaría cerveza, ni andaría durante la noche en la
calle. Se alejaban porque yo era para ellos una señorita de casa. Eso me
frustraba porque no entendía que Dios me protegía, porque en ese tiempo no les
llamaba “idiotas”, sino que para mí eran chicos lindos que tal vez pudiera
gustarles y llegar a amarme.
Siempre algo me
apartaba, me sentía diferente.
Finalmente, la
depresión se apoderó de mí. No podía adaptarme al molde que el ambiente laboral tenía.
Me harté de etiquetarme a mi misma. Para la iglesia también lo hacía, ahí había predicadores, cantantes, músicos, ayudantes. Tampoco caía en eso, porque no era igual a los demás.
Me harté de etiquetarme a mi misma. Para la iglesia también lo hacía, ahí había predicadores, cantantes, músicos, ayudantes. Tampoco caía en eso, porque no era igual a los demás.
También de allí saldrás con las manos en la cabeza; porque
el SEÑOR ha desechado a aquellos en quienes confías, y no prosperarás con
ellos.
Jeremías 2:37 | La Biblia de las Américas
Con rabia hacia mi
propia existencia, le dije a Dios.
—¡Me aburrí Dios! Quiero ser como me
hiciste tú, estoy cansada. Si los demás no me quieren, no me interesa.
Después de eso, conocí a mi esposo. Comencé
a tener más amigos, de los buenos.
¿Por qué? Porque dejé de estar tratando
de agradar a los demás. Acepté la creación de Dios, acepté que soy su hija,
que no tengo que estar buscando a quien agradar, porque Dios puso gente en mi
camino. Acepté que mi trabajo tengo que hacerlo como para el Señor, con amor y
dedicación, sin esperar reconocimiento.
Ya no uso traje ni tacones altos. Me
siento libre, porque Dios me hizo libre, me pasó lo que dice Redimi2 en su tema
Jesús, el Señor volvió a escupir para quitar mi ceguera. Comencé a ver con sus
ojos.
No se interesen tanto por la belleza externa: los peinados
extravagantes, las joyas costosas o la ropa elegante. En cambio, vístanse con
la belleza interior, la que no se desvanece, la belleza de un espíritu tierno y
sereno, que es tan precioso a los ojos de Dios.
1 Pedro 3-4 | Nueva Traducción Viviente
¿Te sientes solo? Pídele a Dios que te rodee
de buenas amistades, que te hagan ver lo valioso que eres. El Señor Jesús pondrá
a tu alrededor a un hijo suyo, que tendrá amor fraterno por ti, y será capaz de
decirte cosas dolorosas y que no quieres escuchar, al verte errado. El amor de
Dios, sanará la herida. Porque para sanar de una infección, hay que limpiar la
herida, duele, pero sana.
Recuerda que los amigos vienen en
diferentes formatos. Puede que Dios te envíe a un anciano, que te aconseje y te
guíe. Un ama de casa, que te enseñe a orar, como en la película Cuarto de
Guerra. Puede ser de cualquier forma. Porque estamos tan rodeados de estereotipos
que, hasta inconscientemente, pensamos en ser amigos de ese hombre que es muy popular,
que se viste cool y a la moda, al que siempre lo rodean las mujeres. También en
la chica bonita, que obtiene corazones en Instagram por su escote. Eso no es
popularidad, eso es venderse por la imagen, eso es aparentar que tienes una
vida exitosa. Eso es no aceptarte como Dios te creó.
Pero el SEÑOR dijo a Samuel: No mires a su apariencia, ni a
lo alto de su estatura, porque lo he desechado; pues Dios ve no como el hombre
ve, pues el hombre mira la apariencia exterior, pero el SEÑOR mira el corazón.
1 Samuel 16:7 | Biblia de las Américas
QUERIDO LECTOR, ESTA SEMANA TE RECOMIENDO
Lectura Extra
Amarse uno mismo es mandato Dios de El Nuevo Diario.
Para amar a otros, ¿tengo yo que “amarme a mí misma”? de Joven Verdadera.
Considerad los lirios, cómo crecen; no trabajan, ni hilan; mas os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió como uno de ellos.
ResponderBorrar:)
Gracias por tu comentario.
BorrarLa palabra de Dios siempre abunda para bien.
Dios te bendiga