jueves, 3 de diciembre de 2020

Siempre Hay Una Salida

Foto de Jose López Franco.

El suicidio se refiere al acto de matarse, de forma deliberada, en pleno conocimiento y expectativa de su resultado final. En este sentido, existen varios conceptos asociados al suicidio, los cuales, generalmente se dan de forma previa al suicido consumado. Dentro de estos, se encuentra la ideación suicida (pensar o desear atentar contra la propia vida), planificación suicida (plan que se realiza para suicidarse, el cual puede incluir método, hora, lugar) e intento suicida (se intentó el suicidio, pero no se consumó).
 

Generalmente se cree que existe una situación que lleva a la persona al suicidio, como si tuviera una causa específica, no obstante, la realidad es que el suicidio debe ser analizado desde una perspectiva multifactorial. Por ejemplo, una persona que ha perdido a su padre puede llegar a atentar contra su vida, mientras que otra al atravesar esta situación no va a contemplar este accionar como una posibilidad. En este sentido, existen muchos factores que influyen en el desenlace de un suicidio. A pesar de la heterogeneidad que se produce en las personas con crisis suicidas, existe algo que los une: la desesperanza.

Ahora pues, oh Jehová, te ruego que me quites la vida; porque mejor me es la muerte que la vida
Jonás 4:3 | RVR1960

Jonás fue enviado a predicarle a los asirios, pero él quería desistir de esto porque este pueblo se caracterizaba por la violencia y crueldad. Jonás creía que no merecían ser perdonados, ni alcanzados por Dios. Por la misma razón, decidió huir, debiendo pasar por una tremenda travesía hasta que llega a obedecer la misión encomendada. En este proceso, sintió mucha frustración, porque buscaba la forma de lograr lo que quería, es decir, huir de Nínive, pero Dios no se lo permitió. Ese sentimiento fue el que lo llevó a desear su muerte.
Ese sentimiento es compartido por muchas personas que piensan en el suicidio como una salida. No es que se vea como una opción, más bien, llega un punto donde la mente se cierra tanto a los mecanismos para enfrentar una situación, que acabar con la vida se ve como la única salida. 

¿Por qué darle luz al que sufre y vida a los de ánimo amargado; a los que esperan la muerte, y no les lleva, aunque la buscan más que a un tesoro; a los que se alegrarían sobremanera y se gozarían de hallar el sepulcro?
Job 3:20-22 | RVR1960

Job tenía la sensación de que su malestar no tendría fin, por lo que, la muerte se anhelaba profundamente. No obstante, su dolor tuvo un fin. Aunque las dificultades de la vida conviertan nuestra visión en un túnel sin salida, siempre hay una esperanza para salir de ahí.

Teniendo este objetivo en mente, se pueden realizar ciertas acciones para ir avanzando hacia la disminución del sufrimiento. El primer paso es solicitar ayuda. El ideal es recurrir a un profesional de salud mental (psicólogo y psiquiatra), como también, a personas de confianza. Por diferentes razones, las personas atraviesan procesos difíciles solas, teniendo en algunos casos personas cercanas que quieren cumplir un rol de apoyo. Existen algunas instituciones que trabajan directamente con personas que han pensado en suicidarse. En el caso de Chile, existe la Fundación José Ignacio, como también, la Atención Primaria, quien atiende a personas con riesgo suicida a través de CESFAM, COSAM y hospitales. Otra acción importante de hacer es establecer un ambiente seguro, es decir, reducir el contacto con posibles objetos que podrían servir como medio para atentar contra la propia vida. Finalmente, y no menos importante, es fundamental recordar que Dios siempre dará una salida a las situaciones que nos puedan estar afectando. Así como el dolor de Job en algún momento se acabó, eso también sucederá con cada de uno de nosotros.

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