jueves, 28 de enero de 2021

Willy Wonka y La Crianza

Foto de Naomi Tamar.

Una de mis películas favoritas es Charlie y la Fábrica de Chocolate. Me gustan sus colores, canciones, personajes; sobre todo, el mensaje que busca transmitir mediante la actitud de cada niño. Si alguien presenta preocupación por cómo criar a sus hijos, debería ver esta película. Es un excelente reflejo de lo que (no) se debería hacer.

No es mi intención escribir sobre cómo criar, ya que, la crianza no es una receta que se sigue al pie de la letra. Hay un dicho que dice “todos los caminos conducen a Roma”. Eso aplica para la crianza. Hay muchas formas de criar, y la mayoría conducen a buenos resultados.

Salvador Minuchin planteaba que dentro de las familias existían reglas universales que gobernaban la organización familiar. Dentro de estas reglas, el ideal sería que padre y madre formen una alianza interdependiente, como un equipo de autoridad, por sobre los hijos. Aclaro que cuando hablo de padre y madre me refiero a las figuras que cumplen este rol, no necesariamente a quienes procrearon.

Disciplinar a un niño produce sabiduría, pero un hijo sin disciplina avergüenza a su madre

Proverbios 29:15 | Nueva Traducción Viviente (NTV)

Uno de los errores que surge en la crianza es la falta de límites o reglas que tienen los menores. En la película aparece una niña llamada Veruca, quien tiene unos padres que le dan todo lo que ella pide. Estando en la fábrica de chocolates, ve unas ardillas que se dedicaban a sacar las nueces de sus cáscaras. Las ve y se las pide a su papá. El padre desiste, frente a lo que la niña insiste, mencionando que no tenía suficientes animales. Veruca tenía perros, gatos, conejos, pericos, canarios, loros, tortugas y peces. Al desistir el padre, la niña decide obtenerlas por ella misma. El padre intenta hacerla desistir, pero la menor nunca había recibido un no por respuesta, por lo que, no reconocía a su padre como autoridad. La historia culmina con una Veruca cayendo al ducto de la basura, junto a su progenitor.

La falta de autoridad produce que los hijos actúen sin medir las consecuencias, exponiéndose a situaciones que a corto y/o largo plazo, les harán daño.

Hay padres que tienen muy claro esto. Sin embargo, las reglas que ponen son tan estrictas que no permiten una adecuada exploración del mundo. Los hijos de padres muy estrictos tienden a ser inseguros y temerosos con las decisiones, necesitando que otros les digan lo que deben hacer, por temor a equivocarse o fracasar. 

Es importante tener presente que la vida es cambiante, que hay instancias en las cuales las normas no se podrán aplicar, porque suceden situaciones inesperadas. Por lo mismo, es importante ir más allá que el cumplimiento o transgresión de una regla, brindando un espacio para hablar con el menor y conocer qué hay detrás de su conducta. Willy Wonka tenía un padre que le ponía reglas, específicamente con respecto al consumo de dulces. Es una norma que tenía un buen fin, no generar caries en su hijo, sin embargo, era tan rígida que no estaba permitido comer ni siquiera un dulce al año. Ahí no había espacio de escucha hacia el deseo del menor, sólo habían reglas que se debían seguir estrictamente. 

Por lo que toca a ustedes, padres, eduquen con tacto a sus hijos, para que no se desalienten 

Colosenses 3:21 | La palabra Hispanoamérica (BLPH)

No sólo es importante que padres sean autoridad, sino también que la ejecución de ésta sea con respeto. Muchas veces se relaciona el concepto autoridad a violencia verbal y/o física, y esa no es la forma, ya que, más que respeto a los padres, se genera temor.

John Bolwby hace un poco más de medio siglo acuñó el concepto de apego. En los estudios que él realizó, descubrió que los niños que tenían madres que se mostraban presentes, empáticas con las emociones y disponibles en caso de requerirlas, exploraban el mundo con mayor seguridad, en comparación con los niños con madres ausentes y/o poco empáticas, que tendían a ser inseguros o a evitar la exploración del mundo.

En la película, Charlie gana el premio que era la fábrica de chocolate. El premio se le daría al niño con el corazón más noble, ya que, no sólo obtendría la fábrica, sino también, debía cuidar a los Oompa-Loompas. Charlie era el niño más pobre, pero tenía una riqueza inmensurable, había sido criado con amor y respeto. Tenía unos abuelos que hablaban con él y le enseñaban valores importantes, como cuando uno de sus abuelos le dice que hay cosas más importantes que el dinero. Tenía un padre que se preocupaba por los intereses que tenía, como cuando le regalaba tapas de pasta dental para que armara una maqueta que estaba realizando. Tenía una madre que le enseñaba con amor sobre modales y la importancia de la familia. Charlie era un niño con reglas, con padres que ejercían su autoridad sobre él, haciéndolo con amor y cuidado, y permitiéndole explorar el mundo según lo que su edad se lo permitía.

Hay que entender que los niños no saben cómo funciona el mundo. Van aprendiendo en la medida que crecen. Por lo tanto, lo mejor que se puede hacer como padres es permitirles explorar para que conozcan cómo es, pensando en lo que pueden abstraer como información a su edad, estando siempre disponibles para cuando ellos los necesiten. Como leí una vez: los niños son un barco y los padres un puerto. Hay que criar para que los hijos naveguen y vuelvan al puerto cuando lo necesiten. 

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