jueves, 30 de abril de 2020

Closed

Foto de Logan Weaver
Cada jueves, al dar click en publicar la nueva entrada, la primera pregunta que hago a Dios "¿y para el próximo jueves qué hay que escribir?"

En mi intención de llevar bien la cuenta de Instagram del blog, comencé a buscar imágenes para diseñar. Generalmente veo flores debido al nombre del blog “Fragante Perfume”. Pero esta semana fue diferente. Fui a la página principal del sitio, a ver que me mostraba. Vi rostros hermosos, tazas de café que te abrigan de solo verlas, bicicletas, cielos hermosos cubriendo un paisaje sacado de la creatividad de Dios. Avancé, de repente vi una puerta con un letrero que indicaba “Closed”. Mi cabeza asoció la palabra “Cerrado” con lo que hay en las últimas entradas del blog: Lanzarse en los brazos de Dios confiando, tomar la decisión de seguir a Cristo en crisis, reflejar nuestra identidad en Jesús, sacar la suciedad de nuestros corazones. Eso me hizo comprender que hay algún lector de este blog que está indeciso. Aún no toma la iniciativa de aceptar a Jesucristo como su salvador.

¿Qué te detiene?

Crecí sabiendo que Jesús era mi Salvador. Tengo recuerdos desde los tres años sintiendo su presencia en mi vida. Le acepté a los once años en mi corazón. A los veinte años me alejé de Él y luego, arrepentida y sedienta de sentirle de nuevo, volví a seguir a Cristo. A los veintisiete años me alejé aún más de Dios, hice cosas que jamás pensé, me alejé hasta perder la percepción clara que tenía de Dios y sobre mí. Creía que no podía volver a Dios.

¿Por qué habría de perdonarme una vez más? No soy nada especial. No hago el bien a nadie, solo gasto oxígeno. —sin embargo, Dios vio lo cerrado que tenía el entendimiento y mi corazón.

El Señor usó a mi madre, la que me dijo cosas que jamás dije a nadie, jamás salieron de mi boca o de mi mano hacia un papel. Me sentía tan sucia y tan inmerecedora de amor que no veía que Dios siempre estuvo ahí para mí.

Luego, cuando tenía veintinueve años, mi madre falleció. Me sentí abrumada. Cada cosa en la casa de mis padres me gritaba el nombre de mi mamá. Mi mami, como le decía y sigo diciéndole, aunque ya no puedo verla. Escapé de mi familia. Inicié una relación con una persona que era mi doble opuesto: sin intereses en estudiar, consumía drogas “de vez en cuando” según él, un tipo amante de la parrada y el alcohol.

Estuve en esa relación por tres meses, sabiendo que nunca lo quise. Jamás lo acompañé a ninguna de sus fiestas, pasaba las tardes tomando once con su mamá mientras él trabajaba y me decía que ya iba a llegar.

Finalmente, este pololo (novio) se burló de mi fe en mi propia cara.

Que tu Dios te bendiga dijo con tanta mofa en su rostro, que no podía creer que pudiera ver a alguien hacer eso.

Desde ese día no lo vi más, hasta un poco más de tres años. Me lo topé en el supermercado. Me preguntó como estaba y le contesté que feliz, que en tres meses me casaría con un hombre maravilloso el cual me amaba y que yo también a él. Me dio la mano como se da en una reunión de negocios y me dijo:

—Que seas feliz.

No lo he vuelto a ver más. Nunca lo echado de menos. No lo respeté. Estuve con él solo para, según yo, olvidar a mi mamá. Nunca lo quise. No sé si le hice daño.

A pesar de todo lo anterior, y mi seguidilla de errores y sin sabores. Jesús volvió a perdonarme, a pesar de que volví a alejarme de Él. Cristo lo  único que hizo fue recibirme nuevamente sin preguntar nada.

¿Por qué te cuento todo esto? Me equivoqué ¿de manera inconsciente? No lo creo. Siempre sabemos que hay algo mal, no lo vemos porque no queremos reconocerlo.

Cuando nace la fe en Jesús, tenemos certeza de que Dios es real y no un cuento. Al momento de defender nuestra fe no tenemos fundamentes científicos, no tenemos evidencia física ni palabras adecuadas para demostrar a la persona que nos pregunta sobre lo creemos. De manera inexplicable sabemos que Dios existe, porque esa es la fe.

Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.
Hebreos 11:1-16 | Reina-Valera 1960

Ya nació nuestra fe, ahora comienza a crecer.

Comenzamos a conocer a Dios. Aprendemos de Él. También comenzamos a aprender de que sí hay evidencias de lo que está en la Biblia. Lo más importante: Sabemos que nos falta algo en nuestra vida, cuando hacemos algo mal. Ya escuchamos sobre el amor de Dios, que nos ama incondicionalmente. Entonces comienzan las dudas.

¿Me amará Dios?

Hay una canción de Evan Craft y Evaluna Montaner que dice una verdad extraordinaria: “Conoces cada parte de mi alma, aun así, me dices que me amas”, así es Dios, nos ama. Él te ama.


Tú, Señor, eres bueno y perdonador; grande es tu amor por todos los que te invocan.

Salmos 86:5 | NVI

Hay una historia en la Biblia maravillosa. Se trata de una prostituta ¿María Magdalena? No, no es ella. De la mujer que te escribo vivió muchos siglos antes. Fue prostituta, luego la esposa de un príncipe de Israel, Salmón. Está en la lista de la genealogía de Cristo. Su nombre: Rahab.

Rahab demostró su fe en Dios al esconder a espías israelitas, enemigos de su pueblo. Ella escuchó las historias que se contaban sobre lo que Dios hacía con su pueblo. Ella escuchó cómo el SEÑOR había defendido a su pueblo y lo hacía vencedor. Su fe había nacido. Abrió la puerta ¿la de su hogar? No solo esa, abrió su corazón y dijo a los espías que ocultó.

El SEÑOR vuestro Dios, Él es Dios.

No te cuento más, es mejor que la leas para que tu fe crezca (te dejo los links más abajo).

Así que nuevamente, querido lector, te invito:

ACEPTA A JESÚS COMO TU SALVADOR.

Tu vida cambiará. Abrirás los ojos por las mañanas y ya no sentirás pesar, te levantarás y mientras lavas tus dientes seguirás la melodía de una canción. Porque en Cristo, encuentras gozo. No es felicidad pasajera.

Cuando tienes el gozo de la salvación de Jesús, puedes tener muchos problemas, pero ya no los enfrentas solo, Dios está contigo y por eso se mantiene el gozo ¿Cómo se pierde? Cerrando la puerta de tu corazón.

No importa si eres prostituta, gay, libidinoso, ladrón, mentiroso o infiel a Dios como yo. En realidad, no importa quién seas ni que hayas hecho. Si has comenzado a creer en Cristo como tu Salvador, Él te ayudará en todo: en aprender sobre Él, a comenzar una nueva vida.

¿Crees que será difícil? Eso depende de Dios y de ti. Hay drogadictos a los que Dios los cambió en un segundo y jamás se volvieron a drogar. Hay personas, como un hombre de la iglesia en que me congrego, él por años sirviendo a Dios fumaba y solo hace tres años pudo dejarlo después de un proceso de años.

No importa cuanto demore, lo importante es abrir esa puerta, es abrir tu corazón. El proceso nos hace bien.

Ahora queda la decisión a ti: te quedas como en la foto de esta entrada de blog o abres la puerta.

Y no olvides, DIOS TE AMA.




Querido lector, esta semana te recomiendo

Lectura Bíblica

Conoce a Rahab
Rahab y los espías de Josué. Josué capítulo 2.
La conquista de Jericó, Josué capítulo 6.
Versículo de Hebreos 11:31.
Versículo de Santiago 2:25.

Plataforma - Youtube
Evan Craft, Evaluna Montaner - Gracia Incomparable (Acústico)

Lectura Extra - Artículo

Lee el artículo Rahab: Una pecadora redimida en Coalición por el Evangelio.

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Dios te bendiga.