Foto de Waranya Mooldee. |
Crecí sin saber la historia del conejo de Pascua.
Pertenezco a una familia cristiana, evangélica o canutos como nos dicen en Chile.
Para Semana Santa tenía diversos panoramas. Por tres o cuatro años seguidos, con mi hermana mayor nos preparábamos el Viernes Santo ya que por televisión abierta transmiten la película Jesús de Nazareth, dura más de seis horas; así que buscábamos: cojines, mantas y cosas para comer. Nos instalábamos en el living (sala) de la casa y llorábamos en las escenas de la Pasión de Cristo. Sábado y domingo generalmente había actividades en la iglesia. Al terminar la semana la predicación era explicar por qué Jesús murió en la cruz. Siempre derramaba lágrimas (aún lo hago) al imaginar el sufrimiento que debió pasar.
Él fue traspasado por nuestras rebeliones, y molido por nuestras iniquidades; sobre él recayó el castigo, precio de nuestra paz, y gracias a sus heridas fuimos sanados.
En mi trabajo,
ocurrió una vez, que llegué a mi oficina y en el teclado de la computadora había
unos huevos de chocolate, me alegré al verlos y pensé “delicioso”, me encanta
el chocolate.
Gracias al regalo de los huevos, por primera vez busqué
en internet la historia del conejo de pascua”, leí con sorpresa: hay personas que
creen que cuando Jesús resucitó, el primer testigo fue un conejo. Leí más teorías
al respecto del origen del conejo de pascua. Ninguna fue concluyente.
Pero lo que me
quedó dando vueltas en mis numerosos pensamientos fue “¿Qué tienen que ver un
conejo y unos huevos con el sacrificio que Jesús hizo por nosotros?” NADA,
absolutamente nada. Eso para mí fue concluyente.
En la época del
boom del email, llegaba a la bandeja de entrada una enormidad de cadenas, hay
solo una que recuerdo fue una que adjuntaba una ppt, el archivo se llamaba “Muerte
científica de Jesús”. Según la presentación, personas del ámbito forense y
científicos explicaban paso a paso lo que pasaba en el cuerpo de Jesús, desde
el Getsemaní hasta su deceso. Es por eso que lloro cada vez que veo alguna
escena de la crucifixión. Yo no daría mi vida por nadie, menos de esa forma,
sin embargo, Jesús lo hizo por todos, incluyendo a una persona como yo, que no
lo merecen. Porque Jesús murió por amor, amor a nosotros mi querido lector.
Los
cristianos siempre hablamos de la gracia de Dios. Gracia, si lo buscas en el
diccionario, significa regalo inmerecido. Salvación es el regalo inmerecido que
nos dio Jesús al morir por nosotros. Porque eso fue Jesús en la crucifixión:
Nuestro reemplazo.
Si
quieres aceptar este regalo, debes aceptar la salvación que Jesús nos da.
Porque es nuestra decisión aceptar este regalo, nadie nos obligará hacerlo.
Puedes
hacerlos ahora, en Semana Santa. Lo bueno es que a Jesús lo puedes
aceptar cualquier día del año, porque Él murió por ti, no el conejo.
QUERIDO LECTOR, ESTA SEMANA TE RECOMIENDO
Lectura Bíblica
El Siervo sufriente del SEÑOR - Isaías 52:13 a 53:12.
Lectura Extra - Artículo
La muerte de Jesús: verdad contada por los historiadores no cristianos. Estudiosos explican cuatro causas de la muerte de Cristo,
tras el terrible suplicio en la cruz, por Juan Gossaín.
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