jueves, 2 de julio de 2020

Yo escribo ¿tú qué haces?

Foto de Hannah Olinger
Hace un par de años enfermé. Estuve varios meses en casa con licencia médica, así que tuve mucho tiempo. Esto me suena parecido a la cuarentena 😊

En el tiempo que estuve en casa tomé la decisión de buscar a Dios. Mi objetivo principal fue buscar la sanidad mental (si quieres saber que me pasó lee “Bombardeada”, o búscalo en el archivo el blog, mes de febrero de 2020).

Pero Dios (una de mis frases favoritas) tenía otro plan. El plan que tenía para mí, en mi búsqueda de Él, era que yo encontrara mi propósito.

Escuchaba muchas predicaciones, recuerdo en especial una de Gloriana Montero, en la que instaba a preguntar todo, hasta lo más básico al Espíritu Santo. En ese momento estaba sentada en el sofá de mi casa, frente al televisor. Incliné mi cabeza y sin cerrar los ojos pregunté:

—¿Qué quieres que haga?

—Escribe —fue la respuesta.

Hace más de un año de esto. Siempre escribía mis sentimientos. Me propuse poder escribir bien.

El primer paso fue inscribirme en un taller literario. También comencé a ver tutoriales, estudiar, etc. Una de las frases que me marcaron en esta búsqueda de cómo hacer bien lo que Dios me dijo que hiciera fue: si escribes alguien tiene que leerte. Ese es el origen del blog. Rescaté algunos escritos que tenía, los publiqué y comencé a escribir cada semana.

En este proceso he tenido altos y bajos. Por ejemplo, el mes de julio de este año, en la cuarentena, espiritualmente estuve muy mal. El encierro me afectó mucho. No podía escribir algo que alentara a la búsqueda de Dios.

Siempre pienso mis textos, los que voy corrigiendo mentalmente y luego traspaso “al papel”. No lograba mi objetivo, mis pensamientos eran deprimentes. Escribí, pero no sobre la búsqueda y el conocimiento de Dios, mis textos sirvieron para mi autoconocimiento, enfrentando temores personales, tal vez alguna vez publique algo de eso.

Mis textos no cumplieron el objetivo que tiene un talento o un don (son cosas diferentes), que es bendecir con ellos a los demás.


Mira, {Israel,} el SEÑOR tu Dios ha puesto la tierra delante de ti; sube, toma posesión de ella, como el SEÑOR, el Dios de tus padres, te ha dicho. No temas ni te acobardes.

Deuteronomio 1:21 | La Biblia de las Américas

Lo que quiere Dios de mí: escribir. Al escribir se mezclan mi talento de escritura con uno o más de los dones que Dios puso en mí. Objetivo: bendecir, guiar en cierta forma a la búsqueda y conocimiento de Dios, con ello bendecir al lector, al querido lector.

—¿Pa’ que soy bueno? sería la pregunta que todos debiéramos hacer a Dios.

Luego escuchar la respuesta, poner manos a la obra.

A veces puede sonar muy sencillo hacer lo que Dios quiere, pero no es fácil. En el camino hay que dejarse, abandonarse a uno mismo y que Dios fluya. Esto me hace recordar el pasaje de la Biblia llamado El joven rico. Cuando el Señor le dijo vendiera sus posesiones, diera a los pobres el dinero y le siguiera, él no lo hizo, se fue triste.

No creo que Jesús nos pida en este tiempo vender todo (o quizás sí), pero nos puede pedir que dejemos al pololo(a) (o novia como le dicen en otros países), que dejemos a nuestras amistades, que dejemos de ver pornografía, beber alcohol, que dejemos de autocompadecernos, etc.  Pero ¿Estamos dispuestos a dejar lo que Dios nos pida? ¿Estamos dispuestos a obedecer sea lo que sea que nos pida? Créeme, no es fácil, pero se puede.


Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.
Santiago 1:17 | Reina-Valera 1960

En mi caso es una lucha constante. Admiro a quienes Dios les cambia de la noche a la mañana, pero ese no es mi caso. Dios trata conmigo constantemente y estoy segura de que este método que usa Dios conmigo es el que da la creación de contenido o conversación que necesito para cumplir con el propósito que Él me dio.

Una de las cosas más importantes es que debemos usar nuestros dones y talentos para bendecir a otros. Para esto debemos velar para estar bien espiritualmente, tener contacto con Dios a diario en la lectura de la palabra y oración. Al mismo tiempo pedir la guía del Espíritu Santo. Podrías decirme “en casi todas las entradas del blog escribes lo mismo: leer la palabra, orar y buscar al Espíritu Santo” y mi respuesta sería “Sí, eso es como el alimento que necesitamos a diario”. En realidad, esto es para mí es la panacea.

Dios me dio talentos y dones. Yo escribo ¿y tú qué haces?



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Lectura Bíblica
El joven rico. Marcos 10:17-30 | Nueva Versión Internacional

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