jueves, 25 de marzo de 2021

La pandemia tocó mi puerta

Foto de Marjan Blan.
El otro día me encontraba participando del culto virtual que se realiza en mi iglesia y recordé el tiempo cuando la pandemia tocó mi hogar. 

Estábamos en junio, pleno invierno en Chile, la cantidad de contagios aumentaba y de pronto, el virus ingresó a mi casa. Aún recuerdo que estábamos jugando carioca (un juego de naipes) con mis papás y empezamos a percatarnos que a mi papá se le cerraban los ojos, se notaba muy decaído. Esto sucedió de un momento a otro. En el día había ido a trabajar, participó del culto, pero después su energía se desvaneció. Enseguida empezamos a pensar que podría haberse contagiado. Después de unos pocos días confirmamos lo que temíamos. Mi papá se había contagiado de Covid-19.

La primera reacción fue organizar la casa. Mi padre se aisló junto a mi mamá, mientras que yo me dediqué a cuidarlos. Hubo días tranquilos y otros en que en plena madrugada debimos arrodillarnos para clamar a Dios. Ahí estaba yo detrás de una puerta orando, mientras mis padres estaban al otro lado clamando para que Dios tuviera misericordia. Gracias a Dios, mi padre nunca tuvo que asistir a un servicio de urgencia y aun lo tenemos con nosotros. 

Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti
Isaías 43:2 | Reina Valera 1960

Este versículo bíblico leía el predicador el domingo, y fue el que me hizo recordar la situación de mi papá.

Como cristianos, creemos de forma incorrecta que por ser hijos de Dios, nada desfavorable nos va a suceder. Creemos que por ser hijos de Dios, tenemos un pase que nos exime del sufrimiento. Dios no es una carta segura que uno utiliza para evitar el dolor. Probablemente es todo lo contrario. Él mismo, a través de sus Evangelios nos enseña que en el mundo tendremos aflicción. Eso sí es seguro. Sí o sí sufriremos. La promesa que Él nos hace es que en medio de esto, no estaremos solos.

Dios, a través de Isaías, le enseña al pueblo de Judá que sin importar lo que pase, Él estará con ellos. No les dice que no pasarán por el fuego, agua o ríos. Sino que en medio de todo eso, Dios estará ahí. Eso mismo sucede con cualquier situación que podamos estar atravesando, como es la pandemia. Dios siempre estará ahí. 

Vosotros, pues, no os preocupéis por lo que habéis de comer, ni por lo que habéis de beber, ni estéis en ansiosa inquietud. Porque todas estas cosas buscan las gentes del mundo; pero vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de estas cosas
Lucas 12:29-30 | Reina Valera 1960

Quizás ninguna persona cercana se ha contagiado de Covid-19, pero las mismas cuarentenas nos han afectado, porque no podemos trabajar o quizás alguno ha sido despedido. Nos empezamos a preocupar por las cuentas y los gastos del hogar. Es en esos momentos que olvidamos que Dios siempre tiene el control. 

Cuando mi papá se contagió, la situación socioeconómica era un tema muy preocupante para nosotros, ya que mis padres reciben ingresos diarios en su lugar de trabajo. Era la única de la casa que recibía su sueldo intacto. Sin embargo, uno no piensa que va a tener que incurrir en gastos por la posible enfermedad de un familiar. En ese tiempo, yo opté por no pedirle dinero a mis padres. Si había que comprar cosas en la feria, supermercado o almacén, transfería dinero a quien correspondiese. No obstante, no todo salió de mi bolsillo. Es ahí cuando uno se da cuenta que Dios se preocupa de todo lo que involucra nuestra vida y usa a personas para bendecirnos. Tengo una tía que todos los días me escribía para preguntarme si necesitaba algo. Ella generalmente me traía pan o verduras de la feria. Nunca me cobró nada. Mi hermano también me escribía para traerme cosas del supermercado. En ese período también nos llegó un beneficio social entregado por el Estado, que consistió en una caja de mercadería. Hubo hermanos de la iglesia y amigos que de una u otra forma se hicieron presente para apoyarnos en esos momentos. 

¿Qué puedo rescatar de esto? Dios siempre tiene el control. La pandemia de alguna forma tocará nuestra puerta, ya sea enfermándonos, afectando nuestras actividades, impactando nuestra economía o la rutina diaria. Aunque pase todo eso, Dios siempre estará ahí para guiarnos, acompañarnos, cubrirnos y permanecer de forma incondicional en todo tiempo y lugar.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Querido Lector, por favor deja tu comentario. Será un honor leerte y saber de ti.
Dios te bendiga.